
Entrevistas 2025, año de celebración de nuestro 10º aniversario como associación en Cataluña.
Hoy 28 junio de 2025 DÍA INTERNACIONAL DEL ORGULLO, entrevistamos a Anna Valenzuela (Ella) mujer de 54 años, madre de 3 hijes, activista por los derechos humanos del colectivo de personas Trans* en general y de la infancia Trans* en particular.
El Día Internacional del Orgullo se celebra cada 28 de junio, en conmemoración de los Disturbios de Stonewall en 1969. Aquel día, unos agentes de policía irrumpieron en el bar Stonewall Inn, donde detuvieron, cachearon y ejerceron violencia policial contra muchas personas sospechosas de ser gays, lesbianas o bisexuales. Este hecho fue el detonante de una revuelta del colectivo, con destacadas figuras como Sylvia Rivera, Marsha P. Johnson o Stormé DeLarverie, que lideraron la lucha por los derechos de las personas LGBTIQ+. El 28 de junio, no es un día de fiesta, es un día de recuerdo, revuelta, lucha y visibilidad.

"Acompañar desde el respeto es uno de los mejores actos de amor que puede hacer una persona por otra."
En aquellos años había mucha falta de información sobre las personas menores trans* y no tenían reconocidos sus derechos, ¿no? ¿Qué te encontrabas en tu día a día y en el de tu hija?
¡Uy! En aquellos momentos, aunque se estaba trabajando mucho por los derechos de las personas menores, gozaban de muy pocos derechos. Esta circunstancia hacía que su día a día -el de nuestra hija y el de tantas otras criaturas- fuera mucho más complicado, ya que constantemente teníamos que dar explicaciones de una cuestión tan íntima como su identidad.
Por ejemplo, el nombre del DNI no se correspondía con el de que la persona que tenías delante te decía que quería ser nombrada.
Durante unos años estuviste acompañando a nuevas familias. ¿Cómo recuerdas esa época? Porque, al igual que tú les aportabas mucho en ese primer momento, ellas también te aportarían diferentes experiencias de vida…
La recuerdo como la mejor etapa, en todos los niveles. Enriquecedora, muy humana, una etapa de aprendizaje sobre la vida real -no la de los libros o artículos- si no la que viven las personas, las verdaderas protagonistas. Aprendí a respetar mucho más los sentimientos de cada familia, de cada persona, incluidos los míos.
No era una persona experta aconsejando, era una madre escuchando los miedos y/o necesidades de otra familia. En esta escucha activa, aunque ellas no fueran conscientes de ello, nos ayudábamos mutuamente.
Acompañar desde el respeto es uno de los mejores actos de amor que puede realizar una persona por otra.
Has tenido un papel muy relevante en la asociación, pasando de la presidencia en Cataluña a la vicepresidencia y después presidencia estatal en Chrysallis. Ahora comienzas un nuevo camino como presidenta de Veus Trans*. ¿Qué te empujó a dar ese paso hacia un activismo más activo?
Lo que me empujó a implicarme plenamente en el activismo fue, primero, el amor por mi hija, y darme cuenta de la falta de derechos humanos que sufría por el hecho de ser una persona trans*.
Muy pronto se convirtió en una forma de vivir. Debía aportar mi granito de arena, junto con otras muchas personas, para conseguir protocolos, instrucciones, leyes… que reconocieran los derechos humanos del colectivo trans*.
Conocí tantas historias de vidas rotas, que sentía que no podía quedarme sentada sin unirme a la lucha y la reivindicación justa de tantas personas y familias.

¿Crees que la asociación ha tenido un papel relevante en el territorio catalán?
Sí, desde mi punto de vista y por mi experiencia, la asociación —gracias a las personas que la fundaron en Cataluña y su gran trabajo— logró crear un nombre reconocido y una imagen muy positiva en todo el territorio. Todo el mundo sabía que cualquier persona sería acompañada y tratada con respeto e igualdad.
Y a nivel estatal, viviste y protagonizaste uno de los momentos más importantes: el proceso de la Ley Trans Estatal. ¿Cómo lo recuerdas?
Uff, es un cúmulo de sensaciones… Recuerdo las reuniones con el Ministerio de Igualdad, Justicia, Vicepresidencia… como momentos de gran responsabilidad. Era evidente que aprobar una ley como aquella era un paso muy importante en los derechos humanos del colectivo trans*, y por tanto, era un hecho histórico.
Fueron muchas horas de reuniones, discusiones, de ir adelante y atrás, de recibir críticas feroces por un lado, incluso insultos… pero también ánimos, apoyo y confianza por otro. Días lejos de mi familia y sensación de soledad, muchas veces…
Pero con la aprobación viví uno de los momentos más bonitos y emotivos de mi vida. Fui feliz, lloré de emoción y amor hacia tantas familias y niños que representaba, y que siempre, siempre, durante todo el proceso me respaldaron.
¡Escuchar: “Queda aprobada la Ley” en el Congreso de los Diputados me pareció música y esperanza!
Fueron años de inquietud, sacrificio e incertidumbre sin saber a ciencia cierta si la Ley acabaría aprobándose.
Sí, fueron años de mucha inquietud. En casa no lo vivimos como un sacrificio, porque era una decisión muy hablada y asumida. La implicación era total y merecía la pena.
El retraso vino por las luchas internas en el Gobierno de coalición. Todos los partidos querían colgarse la medalla y dejar su impronta ideológica, sin pensar en las consecuencias para el colectivo. Se generó un debate público sobre las personas trans* que nada tenía que ver con los derechos humanos. Se difundieron falsedades sin control y sin respuesta desde muchos medios de comunicación y se daba voz a personas con cierto estatus y poder que expresaban, abiertamente, su rechazo a la ley… Todo esto desvirtuó el proceso y retrasó su calendario.
Pero al final valió la pena, y recibiste el premio Arcoiris del Gobierno Español. ¿Cómo viviste ese reconocimiento?
Fue una gran sorpresa cuando la Directora General del Ministerio de Igualdad, Boti García, me llamó para darme la noticia. Ha sido un honor muy grande recibir este premio.
Sin embargo, para mí, el verdadero premio fue la aprobación de la ley. Éste es el reconocimiento real por tantas personas que han luchado, que se han dejado la piel, incluso la vida, personas que han sufrido y que han sido expulsadas de la sociedad.
Gracias a ellas tenemos esa ley. Así que el premio es por ellas. Y sí, valió la alegría, todo, absolutamente todo!!
“Cuando quieren violentar a una parte de la sociedad, el otro reacciona ¡y esta es mi esperanza!”
¿Qué ha significado para vuestra familia formar parte de la asociación?
Todo.
Acompañamiento, aprendizaje, sentimiento de comunidad, familia, cariño, reivindicación, solidaridad, lucha, valores.
La asociación es un espacio donde puedes ser quien eres, expresarte tal y como sientes, sin miedo a ser juzgada o señalada. Un espacio seguro para compartir experiencias y dudas. Lo recomiendo a todo el mundo.
Teniendo en cuenta la situación política actual, tanto a nivel autonómico como estatal, ¿cómo valoras el presente y el futuro de los derechos de las personas LGTBI?
Es difícil prever qué va a pasar, porque la situación política es convulsa, y la extrema derecha gana terreno. Las noticias de otros países y las amenazas de derogación aquí no auguran nada bueno.
Pero confío en el colectivo y en la sociedad. No permitiremos retrocesos ni un paso atrás en los derechos adquiridos.
Y por último, ¿qué consejo darías a las familias de menores trans*?
En cuanto a este tema ya se ha dicho casi todo… ¡incluso yo misma he escrito!
Así que consejos pocos… ¡Amor mucho!
Si se dejan guiar por el amor, será éste el que las llevará a espacios como Veus Trans*, donde se sentirán seguras y acompañadas.
“Vivimos en una sociedad enferma de normalidad. La solución es abrir los brazos y el corazón a la diversidad”
Gracias Ana, por estar ahí y por acompañar a tantas familias, por tu lucha por los derechos humanos de las infancias y juventudes trans*, y por concedernos esta entrevista en el Día Internacional del Orgullo.
Y como diría una persona muy querida… Un abrazo muy fuerte Y MIL SONRISAS